Querida Primera Dama,
Señoras y Señores:
Muchas gracias por tan afectuosas palabras, que recibo con agrado y orgullo en nombre de todo el pueblo español.
Supone para mí un motivo de profunda satisfacción comprobar, desde mi llegada, los avances alcanzados por el pueblo hondureño en el proceso de reconstrucción del país, apenas transcurridos dos años desde la tragedia del Mitch.
Las dramáticas consecuencias del huracán desencadenaron en los españoles de toda clase y condición, un sentimiento de solidaridad y comprensión como no se había conocido hasta entonces, y sólo comparable al que ha tenido lugar recientemente con el pueblo hermano salvadoreño, que acabo de visitar.
En aquella triste efemérides, la Corona, el Gobierno y el pueblo español manifestaron nuestro más sentido pesar y condolencia con la visita inmediata de mi hijo el Príncipe de Asturias, a lo que se uniría posteriormente un ejemplar arranque de espontánea generosidad de toda la sociedad española, deseosa de colaborar en un rápido restañamiento de las heridas materiales y espirituales de la tragedia.
Puedo afirmarle, Señor Presidente, que Honduras estuvo, durante mucho tiempo, en el epicentro del afecto y la solidaridad de toda nuestra nación.
Señor Presidente: la hermandad y el espíritu de cooperación que nuestros dos países han demostrado en estos años nos estimula a perseverar en este empeño, con la certeza de que nos permitirá afrontar llenos de esperanza los retos que este nuevo siglo exigirá a cada uno de nosotros.
Con la esperanza más ferviente de que este deseo se haga realidad, levanto mi copa por vuestra felicidad personal, por la de vuestra familia y por el bienestar del muy querido pueblo hondureño.
Muchas gracias.