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Palabras de Su Majestad la Reina en el acto del Día Mundial de la Cruz Roja y Media Luna Roja

León 08.05.2004

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Un año más tenemos la oportunidad de celebrar el Día Mundial de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, acontecimiento que tradicionalmente aprovechamos para convocar a todos a una reflexión colectiva sobre la convivencia y la fraternidad.

En esta ocasión lo hacemos en esta bella ciudad de León, encrucijada histórica de caminos y culturas donde a lo largo de los tiempos se fueron acrisolando muchas de las virtudes que actualmente identifican a la Cruz Roja.

Mi saludo más cordial y afectuoso, por tanto, para la Cruz Roja de León, anfitriona de este encuentro y siempre atenta a los problemas y necesidades sociales de sus barrios y localidades, en íntima relación con Cruz Roja Española.

El simple enunciado del lema elegido por Cruz Roja y la Media Luna Roja para este año: "Proteger la Dignidad Humana", nos abre ya un amplio abanico de reflexiones sobre lo que la sociedad en su conjunto y nosotros individualmente podemos aportar a la defensa y protección de ese concepto.

En primer lugar la necesidad de contraer un compromiso moral y solidario de defensa del derecho a la vida de las personas, por encima de cualquier condicionante de creencias, culturas, opiniones e intereses.

También, el reconocimiento de los derechos humanos inherentes a la persona y la práctica cotidiana de los mismos, buscando siempre la convergencia hacia el bien común, y obviando cualquier criterio discriminador por razones de sexo, raza, religión o sociales.

Finalmente la adopción de un compromiso ético, tanto colectivo como individual, de luchar firmemente por estos objetivos, y cuya realización práctica no sólo es necesario la busquemos en lugares alejados y con dificultades notorias para su cumplimiento, sino también en la cercanía cotidiana de nuestra ciudad o nuestro barrio.

Esta ha sido sin duda la línea de actuación seguida por los premiados a los que este año reconocemos en este acto su trabajo. Las palabras ética, ilusión, esfuerzo, afecto y comprensión, han sido las que necesariamente han debido manejar reiteradamente para componer el mosaico de solidaridad en el que han integrado su quehacer y comportamiento personal.

Todo ello materializado desde el hondo convencimiento de que los principios y fundamentos que animaron el origen de la Cruz Roja están más vivos que nunca, y que la utopía que nació hace ya 140 años sigue cobrando vida en cada ocasión que defendemos la dignidad de la persona.

Antes de terminar, deseo expresar mi más cordial felicitación a los premiados y mi recuerdo más afectuoso para la memoria de aquellos que entregaron lo mejor de sus vidas en beneficio de los demás y que hoy no tenemos la fortuna de que estén con nosotros, como es el caso de nuestro querido premiado ausente, Don Manuel Lucas.

Muchas gracias.

Se levanta la sesión.

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