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La enfermedad

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Demencia y enfermedad de Alzheimer

La demencia es un síndrome debido a una enfermedad del cerebro, habitualmente de naturaleza crónica o progresiva, en el que existe una alteración de múltiples funciones corticales superiores, incluyendo la memoria, el pensamiento, la orientación, la comprensión, el cálculo, la capacidad de aprendizaje, el lenguaje y el juicio. La consciencia no se encuentra alterada y las alteraciones de la función cognoscitiva están frecuentemente acompañadas, y ocasionalmente precedidas, por deterioro del control emocional, de la conducta social o de la motivación. En 2010 se estimó que, en el mundo, vivían alrededor de 35.6 millones de personas con demencia, cifra que tiende a elevarse con el envejecimiento progresivo de la sociedad [1]. Al deterioro personal y la discapacidad que sufre el individuo enfermo se asocia el impacto físico, psicológico y socioeconómico en las personas allegadas y el impacto sobre los recursos sociales y económicos de la sociedad.

Dr. Alois Alzheimer
Dr. Alois Alzheimer

Existe un gran número de enfermedades que afectan primaria o secundariamente al cerebro y pueden causar demencia. La más importante por su prevalencia e impacto social es la enfermedad de Alzheimer, responsable de alrededor de 60% de todas las demencias. En España se estima que debe haber algo más de 400.000 personas afectas de esta enfermedad [2] y que, debido al envejecimiento poblacional, en 2030 puede alcanzarse la cifra de 650.000. En términos económicos, el coste anual (para 2009) de la demencia en nuestro país se estimó cercano a los 14.000 millones de euros [3], de los cuales alrededor de dos tercios podrían ser atribuídos a la enfermedad de Alzheimer.

Menos del 5% de los casos de enfermedad de Alzheimer son hereditarios, ligados a mutaciones en genes específicos. Muchos de estos casos inician las manifestaciones de la enfermedad antes de los 60-65 años. La mayor parte de los casos (más del 95%) carecen de una causa evidente y son de comienzo tardío (a partir de los 60-65 años). Hoy día se sabe que la enfermedad de Alzheimer puede estar activa años (décadas) antes de que se inicien las manifestaciones clínicas y que la transición de individuo normal a paciente con demencia es paulatina, con unos estadios intermedios (por ejemplo, el denominado deterioro cognitivo leve) en que el paciente ya no es normal, pero aún no cumple criterios de demencia.

El síntoma característico y fundamental de la enfermedad de Alzheimer es la pérdida de memoria episódica, que se manifiesta como una imposibilidad para retener nueva información. Existen formas de inicio atípico con manifestaciones diferentes a la pérdida de memoria, pero son infrecuentes. Con el progreso de la enfermedad (cuya duración se mide en años) se van añadiendo otros déficits, como dificultades para la expresión y comprensión del lenguaje, pérdida de las habilidades visuoespaciales (por ejemplo, para reconocer imágenes), de la capacidad constructiva, de las secuencias aprendidas de movimientos (por ejemplo, para vestirse o utilizar instrumentos comunes como los cubiertos o unas tijeras) y funciones ejecutivas (por ejemplo, resolución de problemas, planificación, desarrollo y ejecución de estrategias, inhibición de respuestas). La mayoría de los enfermos presenta también síntomas psicológicos (por ejemplo, depresión, apatía) y conductuales (por ejemplo, agresividad, desinhibición). Las alteraciones cognitivas alteran las funciones cotidianas y la discapacidad subsiguiente se va incrementando con el progreso de la enfermedad hasta la total dependencia de otros para el mantenimiento de las actividades más básicas de la vida diaria, como la higiene y la alimentación.

El diagnóstico de demencia y, específicamente, de enfermedad de Alzheimer es emitido por médicos especialistas (habitualmente neurólogos, geriatras y psiquiatras) que tienen en cuenta el cuadro clínico del paciente y su evolución, pruebas neuropsicológicas y complementarias (por ejemplo, análisis de sangre, escáner cerebral) y criterios diagnósticos internacionalmente aceptados.

El tratamiento de la enfermedad de Alzheimer, en la actualidad, se lleva a cabo de manera selectiva (no todos los pacientes son susceptibles de tratamiento) con dos tipos de medicinas: los antagonistas no competitivos de los receptores de N-metil-D-aspartato y los inhibidores de la acetilcolinesterasa cerebral, cuya eficacia para mejorar los aspectos cognitivos, conductuales y funcionales de la enfermedad es parcial. Además, existe una amplia gama de terapias no farmacológicas, algunas de eficacia no bien comprobada.

En la actualidad se está realizando un enorme esfuerzo en investigación, a nivel internacional, sobre cada aspecto relacionado con la enfermedad de Alzheimer. Aunque el progreso científico es aparentemente lento, también es llamativo y la enfermedad es cada vez mejor entendida en sus mecanismos de producción. En los últimos años se han registrado importantes avances en diagnóstico específico y es previsible que, como consecuencia, los avances terapéuticos sean también importantes a medio plazo.

Referencias

  1. Dementia: A public health priority. World Health Organization 2012
  2. de Pedro-Cuesta J, Virues-Ortega J, Vega S, et al. Prevalence of dementia and major dementia subtypes in Spanish populations: A reanalysis of dementia prevalence surveys, 1990-2008. BMC Neurol 2009; 9: 55.
  3. Wimo A, Winblad B, Jönsson L. The worldwide societal costs of dementia: Estimates for 2009. Alzheimer & Dementia 2010; 6: 98-103.
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